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Señor, le respondió el enfermo, no tengo hombre que me meta en el estánque cuando el agua fuere revuelta; porque entre tanto que yo vengo, otro antes de mí ha descendido.

Dícele Jesús: Levántate, toma tu lecho, y anda.

Y luego aquel hombre fué sano, y tomó su lecho, é íbase. Y era sábado aquel día.

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